Tres mil pesetas y un permiso. Estas dos cosas precisaban los Baydal para poner en marcha su bar portuario de Calp. Este capital iría destinado a sufragar las obras de una edificación situada sobre una pequeña zona rocosa que años más tarde ocuparía la nueva escollera. Cuenta Jaime Baydal: “las tres mil pesetas nos las pedía Juanito “La Mana” –Juan Zaragocí− para empezar las obras. Juanito había vuelto de Orán y nos prometió que nos iba a construir una casa forjada sobre la “roqueta”, la casa más fuerte de Calp”. El deseo de retorno de los Baydal encontró eco en algunos vecinos locales: Francisco “Terrer”, Juan Avargues y el capataz de carreteras Amorós. “Terrer volvió de Benissa con las tres mil pesetas que necesitábamos, tenía barcas… y la concesión nos la dio un ingeniero de caminos, canales y puertos a través del mismo Amorós”. El proyecto salió finalmente adelante. La obra consistió en una construcción levantada sobre una base de hormigón, con una superficie construida aproximada de 40 m2. Este espacio se repartía en una zona de bar y mostrador (de 2 m lineales), otra de cocina y una habitación independiente de unos 7 m2, donde pernoctarían los miembros de la familia durante la temporada de verano. Áreas de terraza quedaban protegidas con la instalación casi artesanal de cañas y ramas de pino.
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